sábado, 2 de marzo de 2013

Benedicto XVI, de Papa a monje



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Carísimos todos:
Con la emoción aún de lo vivido esta madrugada (nuestra) en la plaza
San Pedro, y que gracias a la tecnología, pudimos seguirlo desde aquí
muy bien, los saludo en el Señor.
La historia de la Iglesia conoce unos cuántos casos de monjes que
terminaron Papas... y un solo caso inverso, que hoy nos ha tocado
presenciar: un Papa que se hace monje, que ingresa libremente a la
fortísima raza de los cenobitas, como dice san Benito. No va por menos,
sino por más; no se baja de la Cruz, sino que trepa más alto: audazmente
ha dado un paso adelante (no al costado) para afrontar los inmensos retos
de la Iglesia con mejor armamento que el que le posibilitaba la sede de
Pedro: la plegaria, la omnipotencia suplicante. Como dice un famoso texto
de Chesterton: al revés de lo que se cree, cuando las cosas andas realmente
mal, ya no se necesita al hombre práctico; es la hora del hombre teórico,
del contemplativo. Por eso este inmenso Papa que Dios nos ha regalado
deja el valle y sube a la montaña. Aún no se ha entendido del todo el gesto.
 Nos llevará seguramente algunos años. Sólo me atrevo a adelantar que decir
 "me retiro para orar por la Iglesia" no fue un mero eufemismo para decir sin
más "me retiro". Tal vez sea más bien como decir: no me retiro nada; me
adentro en pos de una misión más ardua y determinante. Que otro, más joven,
con menos fuerzas, se ocupe de la cosa práctica. Yo me ocupo de los dragones.-
Si san Gregorio fue el primer Papa monje; Benedicto es el primer monje Papa.
Tal vez, el Papa más agudo de los últimos mil años.
La Barca de Pedro, en breve, tendrá nuevo timonel... y tendrá un vigía nocturno
en la punta de su palo mayor.
Bienvenido Abba Benito XVI a la fortísima raza monacal. Con Usted, Santidad,
acaudillando nuestra plegaria, los monjes del mundo entero nos sentimos más
fuertes, más acompañados, mejor orientados.

Un abrazo, P. Diego
Monasterio del Cristo Orante
Mendoza – Argentina
https://www.facebook.com/CristoOrante
Fuente: Blog Théosis
Visto en: http://www.juventutem.com.ar

miércoles, 27 de febrero de 2013

Última audiencia general del Papa Benedicto XVI















TEXTO COMPLETO

VATICANO, 27 Feb. 13 / 08:42 am (ACI).- ¡Venerados hermanos en el Episcopado!
¡Distinguidas autoridades!
¡Queridos hermanos y hermanas!
Os agradezco por haber venido tan numerosos a esta última audiencia general de mi
pontificado.
Como el apóstol Pablo en el texto bíblico que hemos escuchado, también yo siento
en mi corazón el deber sobre todo de agradecer a Dios, que guía y hace crecer a la
Iglesia, que siembra su Palabra y así alimenta la fe en su Pueblo.
En este momento mi ánimo se extiende para abrazar a toda la Iglesia difundida en el
mundo y doy gracias a Dios por las "noticias" que en estos años del ministerio petrino
he podido recibir acerca de la fe en el Señor Jesucristo y de la caridad que está en el
Cuerpo de la Iglesia y lo hace vivir en el amor y de la esperanza que nos abre y nos
orienta hacia la vida en plenitud, hacia la patria del Cielo.
Siento que he de llevar a todos en la oración, en un presente que es el de Dios, donde
recojo todo encuentro, todo viaje, toda visita pastoral. Todo y a todos los recojo en la
oración para confiarlos al Señor porque tenemos pleno conocimiento de su voluntad,
con toda sabiduría e inteligencia espiritual, y porque podemos comportarnos de
manera digna de Él, de su amor, dando fruto en toda obra buena (cfr Col 1,9-10).
En este momento, hay en mí una gran confianza, porque sé, sabemos todos nosotros,
que la Palabra de verdad del Evangelio es la fuerza de la Iglesia, es su vida. El Evangelio
 purifica y renueva, da fruto, donde esté la comunidad de los creyentes lo escucha y
acoge la gracia de Dios en la verdad y vive en la caridad. Esta es mi confianza, esta
es mi alegría.
Cuando el 19 de abril de hace casi ocho años, acepté asumir el ministerio petrino, tuve
firme esta certeza que siempre me ha acompañado. En aquel momento, como ya he
dicho varias veces, las palabras que resonaron en mi corazón fueron:
"¿Señor, qué cosa me pides?" Es un peso grande el que me pones sobre la espalda,
pero si Tú me lo pides, en tu palabra lanzaré las redes, seguro que Tú me guiarás.
Y el Señor verdaderamente me ha guiado, ha estado cercano a mí, he podido percibir
cotidianamente su presencia. Ha sido un trato de camino de la Iglesia que ha tenido
momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles; me he sentido
como San Pedro con los Apóstoles en la barca sobre el lago de Galilea: el Señor
nos ha dado muchos días de sol y de brisa ligera, días en los que la pesca ha sido
abundante; y ha habido también momentos en los que las aguas estaban agitadas 
y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía 
dormir.
Pero siempre he sabido que en aquella barca está el Señor y siempre he sabido
que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya y no la deja
hundirse; es Él quien la conduce ciertamente también a través de hombres que ha
elegido, porque así lo ha querido. Esta ha sido y es una certeza que nada puede
ofuscar. Y es por esto que hoy mi corazón está lleno de agradecimiento a Dios
porque no ha dejado nunca que le falte a la Iglesia y también a mí su consuelo,
su luz y su amor.
Estamos en el Año de la Fe, que he querido para reforzar nuestra fe en Dios en
un contexto que parece ponerlo siempre más en segundo plano. Quisiera invitar
a todos a renovar la firme confianza en el Señor, a confiarnos como niños en los
brazos de Dios, certeros de que esos brazos nos sostienen siempre y son lo que
permite caminar cada día también en la fatiga. Quisiera que cada uno se sintiese
amado por aquel Dios que nos ha dado a su Hijo a nosotros y que nos ha mostrado
su amor sin límites.
Quisiera que cada uno sintiese la alegría de ser cristiano. En una bella oración que
se recita cotidianamente en la mañana se dice: "Te adoro Dios mío y te amo con
todo el corazón. Te agradezco por haberme creado, hecho cristiano…" Sí, estamos
contentos por el don de la fe, ¡es el bien más precioso, que nadie nos puede quitar!
Agradecemos al Señor por esto cada día, con la oración y con una vida cristiana
coherente. ¡Dios nos ama, pero espera que también que nosotros lo amemos!
Pero no es solamente Dios a quien quiero agradecer en este momento. Un Papa
no está solo en la guía de la Barca de Pedro, si bien es su primera responsabilidad,
 y yo no me he sentido solo nunca en llegar la alegría y el peso del ministerio petrino;
el Señor me ha dado tantas personas que, con generosidad y amor a Dios y a la
Iglesia, me han ayudado y han estado cercanas a mí.
Primero que nada a vosotros, queridos hermanos cardenales: vuestra sabiduría,
vuestros consejos, vuestra amistad han sido para mí preciosos; mis colaboradores;
comenzando por mi Secretario de Estado que me ha acompañado con fidelidad en
estos años; la Secretaría de Estado y toda la Curia Romana, como también todos
aquellos que, en diversos sectores, prestan su servicio a laSanta Sede: son muchos
rostros que no aparecen, que se quedan en la sombra, pero en el silencio, en la
dedicación cotidiana, con espíritu de fe y humildad han sido para mí un sostén seguro
y confiable. ¡Un recuerdo especial para la Iglesia de Roma, mi diócesis!
No puedo olvidar a los hermanos en el Episcopado y en el presbiterado, las personas
consagradas y todo el Pueblo de Dios: en las visitas pastorales, en los encuentros,
en las audiencias, en los viajes, siempre he percibido una gran atención y un profundo
afecto; pero también he querido a todos y a cada uno, sin distinción, con aquella
caridad pastoral que da el corazón de Pastor, sobre todo de Obispo de Roma, de
Sucesor del Apóstol Pedro. Cada día he tenido a cada uno de vosotros en mi oración,
con corazón de padre.
Quisiera que mi saludo y mi agradecimiento alcanzase a todos: el corazón de un Papa
se extiende al mundo entero. Y quisiera expresar mi gratitud al Cuerpo diplomático
ante la Santa Sede, que hace presente a la gran familia de las naciones. Aquí también
pienso en todos aquellos que trabajan para una buena comunicación y que agradezco
por su importante servicio.
En este punto quisiera agradecer de corazón también a todas las numerosas personas
en todo el mundo que en las últimas semanas me han enviado signos conmovedores de
atención, de amistad en la oración. Sí, el Papa nunca está solo, y ahora lo experimento
nuevamente de un modo tan grande que toca el corazón. El Papa pertenece a todos y a
tantísimas personas que se sienten cercanos a él.
Es cierto que recibo cartas de los grandes del mundo: de los Jefes de Estado, de los
jefes religiosos, de los representantes del mundo de la cultura, etcétera. Pero recibo
también muchísimas cartas de personas sencillas que me escriben simplemente desde
su corazón y me hacen sentir su afecto, que nace del estar juntos con Cristo Jesús, en
la Iglesia. Estas personas no me escriben como se escribe por ejemplo a un príncipe o
a un grande que no se conoce. Me escriben como hermanos y hermanas o como hijos
e hijas, con el sentido de una relación familiar muy afectuosa.
Aquí se puede tocar con la mano qué cosa es la Iglesia: no es una organización ni una
asociación de fines religiosos o humanitarios; sino un cuerpo vivo, una comunión de
hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que nos une a todos. Experimentar
la Iglesia de este modo y poder casi tocar con las manos la fuerza de su verdad y de su
amor es motivo de alegría, en un tiempo en el que tantos hablan de su declive.
En estos últimos meses, he sentido que mis fuerzas han disminuido y he pedido a Dios
con insistencia en la oración que me ilumine con su luz para hacerme tomar la decisión
más justa no por mi bien, sino por el bien de la Iglesia. He dado este paso en la plena
conciencia de su gravedad e incluso de su novedad, pero con una profunda serenidad de
ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el coraje de tomar decisiones difíciles,
sufrientes, teniendo siempre primero el bien de la Iglesia y no el de uno mismo.
Aquí permítanme volver una vez más al 19 de abril de 2005. La gravedad de la decisión
estuvo en el hecho que desde aquel momento estaba siempre y para siempre ocupado
en el Señor. Siempre quien asume el ministerio petrino no tiene más privacidad alguna.
Pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia.
A su vida se le retira, por así decirlo, la dimensión privada. He podido experimentar y lo
experimento precisamente ahora, que uno recibe la vida justamente cuando la dona.
Ya he dicho que muchas personas que aman al Señor aman también al Sucesor de San
 Pedro y le tienen afecto; que el Papa tiene verdaderamente hermanos y hermanas,
hijos e hijas en todo el mundo, y que se siente seguro en el abrazo de su comunión;
 porque no se pertenece más a sí mismo, pertenece a todos y todos pertenecen a él.
El "siempre" es también un "para siempre": no se puede volver más a lo privado.
Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto. No vuelvo
a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recibimientos, conferencias, etcétera.
No abandono la cruz, sino que quedo de modo nuevo ante el Señor crucificado.
Ya no llevo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, sino que en el servicio
de la oración quedo, por así decirlo, en el recinto de San Pedro. San Benito, cuyo nombre
llevo como Papa, será un gran ejemplo de esto. Él ha mostrado el camino para una vida 
que, activa o pasiva, pertenece totalmente a la obra de Dios.
Agradezco a todos y a cada uno también por el respeto y la comprensión con la que han
acogido esta decisión tan importante. Seguiré acompañando el camino de la Iglesia con
la oración y la reflexión, con aquella dedicación al Señor y a su Esposa que he buscado
vivir hasta ahora cada día y que quiero vivir siempre.
Les pido recordarme ante Dios, y sobre todo rezar por los cardenales llamados a una
tarea tan relevante, y por el nuevo Sucesor del Apóstol Pedro: que el Señor lo acompañe
con la luz y la fuerza de su Espíritu.
Invoquemos la intercesión maternal de la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia,
para que nos acompañe a cada uno de nosotros y a toda la comunidad eclesial; a ella
nos acogemos con profunda confianza.
¡Queridos amigos! Dios guía a su Iglesia, la levanta siempre también y sobre todo en
los momentos difíciles. No perdamos nunca esta visión de fe, que es la única y 
verdadera visión del camino de la Iglesia y del mundo. Que en nuestro corazón, en el 
corazón de cada uno de vosotros, esté siempre la alegre certeza de que el Señor está 
a nuestro lado, no nos abandona, es cercano y nos rodea con su amor. ¡Gracias!

sábado, 23 de febrero de 2013

Vaticano: "Se quiere condicionar el Cónclave”
























La dura nota de la Secretaría de Estado y las palabras 

de Lombardi: “calumnias y maledicencias en contra 

del gobierno de la Iglesia”

La Secretaría de Estado de la Santa Sede publicó un comunicado
en el que se deplora la intención de condicionar a los cardenales,
en vista del Cónclave, con la difusión de noticias “a menudo sin
verificar, o no verificables, o incluso falsas y con grave daño de
personas e instituciones”.
La libertad del Colegio Cardenalicio, que deberá, según las normas
del derecho, elegir al Romano Pontífice, dice la nota de la Secretaría
de Estado, “siempre ha sido defendida por la Santa Sede, cual
garantía de una decisión que se basa en evaluaciones que miran
únicamente por el bien de la Iglesia”.
“Duranto los siglos, los Cardenales han tenido que afrontar múltiples
formas de presión, ejercidas por electores particulares sobre el mismo
Colegio, que tenían como fin el condicionamiento de las decisiones,
plegándolas según lógicas de tipo político o mundano”.
Si en el pasado, concluye la nota, “han sido las llamadas potencias,
es decir los Estados, las que buscaban hacer valer el propio
condicionamiento en la elección del Papa, hoy se trata de poner en
 juego el peso de la opinión pública, a menudo con base en juicios
que no comprenden el aspecto típicamente espiritual del momento
que está viviendo la Iglesia”.
La nota del Padre Lombardi para la Radio Vaticana
El camino de la Iglesia en estas últimas semanas del Pontificado del
Papa Benedicto, hasta la elección del nuevo Papa a través de la “Sede
vacante” y del Cónclave, es muy laborioso, dada la novedad de la
 situación. No tenemos – y nos alegra – que adolorarnos por la muerte
de un Papa amado, pero no nos ha sido ahorrada otra prueba: aquella
del multiplicarse de las presiones y de las consideraciones ajenas al
espíritu con el que la Iglesia quisiera vivir este tiempo de espera y de
preparación.
De hecho no falta quien busca aprovecharse del momento de sorpresa
y desorientación de los espíritus débiles para sembrar confusión y echar
descrédito a la Iglesia y sobre su gobierno, recurriendo a instrumentos
antiguos – como la maledicencia, la desinformación, a veces la misma
calumnia – o ejerciendo presiones inaceptables para condicionar el
ejercicio del deber de voto por parte de uno u otro miembro del Colegio
de cardenales, considerado no agradable por una razón u otra.En la
mayor parte de los casos quien se coloca como juez, emitiendo graves
juicios morales, no tiene en verdad autoridad alguna para hacerlo. Quien
ante todo tiene en mente dinero, sexo y poder, y está acostumbrado a
interpretar en estos términos las diversas realidades, no es capaz de ver
otra cosa ni siquiera en la Iglesia, porque su mirada no sabe dirigirse hacia
lo alto o descender en profundidad para captar las dimensiones y las
motivaciones espirituales de la existencia. De todo esto resulta una
descripción profundamente injusta de la Iglesia y de tantos de sus hombres.
Pero todo aquello no cambiará la actitud de los creyentes, no mellará la fe
y la esperanza con la que miran al Señor que ha prometido acompañar a su
Iglesia. Queremos, según cuanto indica la tradición y la ley de la Iglesia, que
este sea un tiempo de reflexión sincera sobre las expectativas espirituales
del mundo y sobre la fidelidad de la Iglesia al Evangelio, de oración por la
asistencia del Espíritu, de cercanía al Colegio de cardenales que se apresta
al arduo servicio de discernimiento y de elección que le es pedido y que es
principalmente para lo que existe.En esto nos acompaña ante todo el
ejemplo y la rectitud espiritual del Papa Benedicto, que ha querido dedicar
a la oración del inicio de Cuaresma este último tramo de su Pontificado.
Un camino penitencial de conversión hacia el gozo de Pascua. Así lo
estamos viviendo y lo viviremos: conversión y esperanza.

jueves, 17 de enero de 2013

EL VATICANO PREPARA UN MANUAL PARA AYUDAR A CELEBRAR A LOS SACERDOTES Y ASISTIR BIEN A LA SANTA MISA



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Cardenal Cañizares: la misa debe emocionar sin transformarse en espectáculo.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos está preparando un pequeño libro destinado a los sacerdotes, para ayudarlos a celebrar debidamente la santa misa y a los fieles a participar bien en la misma. Lo anticipó ayer en Roma el cardenal Antonio Cañizares, durante la conferencia que dio en la embajada de España ante la Santa Sede, sobre “La liturgia católica a partir del Vaticano II: Continuidad y evolución”.
“Lo estamos preparando, servirá para ayudar a celebrar bien y a participar bien, espero que salga este año, para el verano”, declaró el purpurado a ZENIT. El cardenal durante la conferencia reiteró la importancia dada por el Concilio Vaticano II la la liturgia, “cuya renovación debe ser entendida en continuidad con la tradición de la Iglesia y no como ruptura o discontinuidad”. Ruptura sea por innovaciones que no respetan la continuidad o por una inmovilidad que congela todo a Pío XII, indicó en la misma.
El cardenal recordó en particular la importancia que el primer documento conciliar –laSacrosantum Concilium- otorga a la sagrada liturgia, por cuyo medio “se ejerce la obra de nuestra Redención, sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía”. Precisó que“Dios quiere ser adorado de una manera concreta y nosotros no somos quienes para cambiarla”. Una reforma en la continuidad, contrariamente indicó el purpurado, “no entenderemos nada”.
Precisó que se habla de Iglesia renovada, lo que no debe ser entendido como una mera reforma de estructuras, sino como un cambio desde la liturgia, pues desde la liturgia se opera la obra de la salvación.
Y que cuando se habla de liturgia no se puede olvidar lo que dice el documento conciliar: “Cristoestá siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro, 'ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz', sea sobre todo bajo las especies eucarísticas”.
Subrayó que la finalidad de la liturgia “es la adoración de Dios y la salvación de los hombres”, que no se trata de una creación nuestra, sino fuente y cumbre de la Iglesia”
El cardenal prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos criticó abusos existentes como la espectacularización, en cambio elogió esos momentos de silencio “que son acción”, que le permiten al sacerdote y a los fieles hablar con Jesucristo, y que excluyen el predominio de la palabra, que muchas veces se convierte en protagonismo por parte del sacerdote. La actitud justa dijo, “es la indicada por san Juan Bautista, cuando dice que se eclipsa para dar lugar al Mesías”.
Ironizó sobre el "amenizar la misa" cuando se habla de los cantos. Pues, dijo, es necesario hacer entender el misterio que hace superar "el aburrimiento", en lugar de transformar la misa en un espectáculo.
Añadió que en concreto el Concilio no habló de la misa cara al pueblo, de la importancia de Cristo en el altar, lo que le permitió a Benedicto XVI celebrar la misa en la Capilla Sixtina hacia el altar, lo que no excluye la cara al pueblo, en particular durante la palabra de Dios. Subrayó la necesidad de la noción del misterio, y de algunos particulares interesantes que se respetaban como el altar hacia el oriente, y que no se pierda el sentido sacrifical de la eucaristía.
Interrogado por la embajadora de Panamá ante la Santa Sede sobre la acción de las culturas autóctonas en la liturgia, el cardenal precisó que “el Concilio habla de la inculturación de la liturgia”, respetando “las legitimas variedades”, sin que ellas quiten los principios.
Recordó una experiencia suya en España, en Santa Fe, el domingo de Ramos, cuando escuchó una misa gitana en la que un joven cantó el 'Cordero de Dios', con un martinete [género del cante flamenco], “un verdadero quejido del alma”, que “emocionó e hizo participar a toda la asamblea”.
Analizó también el hecho que en muchas iglesias el santísimo es puesto en un altar o capilla lateral con lo que “el sagrario desaparece”, por lo que la gente conversa antes de la misa y llega menos preparada.
Sobre el caso Lefebvre, el cardenal recordó que Benedicto XVI ofreció una medida sanatoria, sin que ellos la correspondieran, y que “pensar que la tradición se queda en Pío XII esto también es ruptura”. 

H. Sergio Mora
ROMA, Wednesday 16 January 2013

Fuente: Zenit.org

Mons. Aguer pide a los fieles que se formen en la fe para no caer en las sectas





El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, exhortó a los católicos argentinos a profundizar en su formación doctrinal y espiritual para no caer en manos de sectas que a través de la Nueva Era venden una falsa espiritualidad. Además criticó a aquellos que acuden indistintamente a Misa y a los cultos evangélicos. El prelado recuerda que el Catecismo de la Iglesia Católica es un instrumento privilegiado para dicha formación.

Durante el programa televisivo Claves para un Mundo Mejor, el Prelado explicó que durante el siglo XX la humanidad ha sido influenciada por el secularismo –que es la ausencia de Dios en la vida diaria-, y una falsa espiritualidad impulsada por la Nueva Era, en la que se mezclan el paganismo, brujería, esoterismo y «una fascinación por las religiones del antiguo oriente».
«Lo que quiero decir, a propósito de todo esto, es que la religiosidad del hombre si no se ajusta a la fe, a una fe verdadera, corre el riesgo de desviarse y de convertirse en mera superstición. Me refiero a la actitud religiosa fundamental, a la necesidad religiosa del ser humano que como creatura está inclinado a vincularse con el Creador», señaló.
El Prelado explicó que «en el orden de la fe cristiana, la virtud de religión es distinta de la virtud de la fe; por eso es importante que esté iluminada continuamente por la fe, que esté sostenida por la esperanza y que esté animada por la caridad».
«Es decir, tiene que haber una relación estrecha entre la religiosidad, que es propia de una virtud moral y el orden teologal, el orden de las virtudes teologales, la fe, la esperanza y la caridad», indicó.
El Arzobispo hizo esta advertencia porque muchos fieles sin una formación suficientemente sólida van a la iglesia y a la vez frecuentan un culto cristiano-evangélico «o se vinculan con uno de esos grupos extraños de religiosidad tipo New Age, con el peligro de verse atrapados por una secta».
«Practican esas alternativas indistintamente, como si todo fuera igual. Así dilapidan la posibilidad de una auténtica relación con Dios, la que nos ofrece la religión cristiana cuando está guiada por una fe viva», señaló.
Mons. Aguer indicó que «la religiosidad natural del hombre debe pasar a través de la puerta de la fe. La fe nos introduce en el vasto espacio espiritual de la verdad católica, nos ofrece la experiencia de la gracia en la liturgia de la Iglesia, en la recepción de los santos sacramentos y nos inserta en una comunidad cristiana, que no es una secta sino que es la Iglesia Católica, la comunión de los santos, que se hace concreta en la parroquia, en la capilla, en una pequeña comunidad de barrio».
«Es importante destacar el valor de una formación cada vez más amplia y más profunda en los contenidos de la fe cristiana. Poseemos un instrumento para ello, sólido y actualizado, que es el Catecismo de la Iglesia Católica, de cuya publicación se cumple este año el vigésimo aniversario. Valga esta mención como un estímulo, como una invitación para todos ustedes», concluyó.

viernes, 21 de diciembre de 2012

El Cura Brochero camino a los altares




Ciudad del Vaticano, 20 diciembre 2012 (VIS).- El Santo Padre ha recibido esta mañana en audiencia al cardenal Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. En el transcurso de la misma, el Papa ha autorizado a la Congregación a promulgar los siguientes decretos concernientes a:

MILAGROS atribuidos a la intercesión de
-Beatos Antonio Primaldo y sus compañeros, italianos, mártires, asesinados el 13 de agosto 1480 en Otranto (Italia).
-Beata Laura de Santa Catalina de Siena (en el siglo María Laura de Jesús Montoya y Upegui), colombiana 1874 -1949; fundadora de la congregación de las Religiosas misioneras de la Bienaventurada Virgen Maria y de Santa Catalina de Siena.
-Beata María Guadalupe (en el siglo Anastasia Guadalupe García Zavala), mexicana, 1878-1963; Cofundadora de las Siervas de Santa Margarita Maria y de los pobres.
-Venerable Siervo de Dios Antonio Franco, italiano, 1585 -1626, Prelado Ordinario de Santa Lucia del Mela.

-Venerable Siervo de Dios José Gabriel del Rosario Brochero, argentino, 1840-1916, sacerdote diocesano.

-Venerable Siervo de Dios Cristóbal de Santa Catalina (en el siglo Cristóbal Fernández Valladolid), español, 1638-1690, sacerdote y fundador de la congregación hospitalaria de Jesús Nazareno en Córdoba.
-Venerable Sierva de Dios Sofia Czeska-Maciejowska, polaca, 1584-1650, fundadora de la congregación de las Vírgenes de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María.
-Venerable Sierva de Dios Margherita Lucia Szewczyk, ucraniana, 1828-1905, fundadora de la congregación de las Hijas de la Bienaventurada Virgen María de los Dolores, llamadas Serafitki.

Vatican Information Service ( VIS)
Visto en: http://www.juventutem.com.ar

domingo, 9 de diciembre de 2012

Inmaculada Concepción





«Tota pulchra es Maria, et macula originalis non est in te» – «Eres toda Hermosa María, y en ti no hay mancha de pecado original». Así canta la Iglesia en este día y, si en verdad hay una criatura que pueda llamarse hermosa, es la Virgen Santísima. Por eso se ponen en su boca aquellas palabras que la Escritura dice de la Sabiduría divina: «Yo soy la Madre del Amor Hermoso» (Eccli 24,24). Un amor hermoso porque tiene como principio y como fin al Dios tres veces santo, que es toda la Hermosura, toda la Bondad y toda la grandeza.
La Hermosura de María radica en ser toda limpia, llena de gracia. Ella «en el primer instante de su concepción, fue preservada, por singular privilegio de Dios y en virtud de los méritos previstos de Cristo Redentor, de toda mancha de pecado original». Con estas palabras definía ser dogma de fe esta doctrina el Beato Pío IX el 8-diciembre-1854.
Las lecturas de la Misa nos sirven de guía para la contemplación del misterio a lo largo de un arco de tiempo que va desde la Creación hasta la Encarnación, desde elProtoevangelio al relato de la Anunciación por el Evangelista San Lucas.
En los días de la creación, el mal ha entrado en el mundo como consecuencia del pecado original de nuestros primeros padres; pero desde ese mismo instante se perfila en el horizonte la imagen de María de quien, como nueva Eva, nacerá el que vence el mal. En María, desde el primer instante de su existencia, está la plenitud de la gracia (llena de gracia, la llama el Arcángel). A Ella, antes que a cualquier otra criatura, tienen aplicación las palabras de San Pablo: «Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en bienes celestiales en Cristo. Así como nos eligió en Él mismo antes del establecimiento del mundo, para que fuésemos santos y sin mancilla delante de Él en caridad» (Ef 1, 3-4).
Esa Mujer tan exaltada es Madre nuestra: como cristianos hemos sido redimidos por la Sangre de su Hijo y, nosotros mismos, somos hijos de sus dolores maternales. Por eso María Inmaculada es gloria de la humanidad redimida en Cristo y alegría de los fieles. Además, para nosotros, españoles, está fiesta resulta especialmente memorable pues aclamamos a la Inmaculada por celestial patrona.
A propuesta unánime de las Cortes Generales Españolas, el Rey Carlos III solicita a la Santa Sede que la Inmaculada Concepción de María sea proclamada Patrona de España. Respondiendo a esta petición, el 8 de noviembre de 1760 el Papa Clemente XIII firmaba un Decreto proclamando a la Inmaculada como Patrona de España. Más tarde, el 25 de diciembre de 1760, la bula “Quantum Ornamenti” de manera solemne ratificaba esta proclamación. El 16 de enero de 1761 el Rey Carlos III firmaba un Decreto-Ley por el que proclamaba patrona de todos sus Reinos «a esta Señora en el misterio de su Inmaculada Concepción». Esta disposición de Ley lleva por título «Universal Patronato de Nuestra Señora en la Inmaculada Concepción en todos los Reinos de España e Indias». De esta manera alcanzaba reconocimiento oficial la veneración que durante siglos se ha dirigido en nuestra Patria a la Virgen Santísima bajo este Misterio.
«Porque el culto y el amor a la Virgen María de tal manera está encendido en los corazones españoles, que se halla enlazado con toda su historia y brilla como una honrosa distinción en el espíritu de sus hijos. No hay acto nacional de trascendental importancia en que no aparezca la imagen de María» (Vázquez de Mella).
Mostrémonos dignos de nuestros antepasados por la devoción al Misterio de la Inmaculada Concepción. Seremos verdaderamente devotos de María cuando sepamos ser verdaderos adoradores de su Hijo. Que el gozo de este día se concrete en propósitos eficaces de ser como Jesús pide y exige de nosotros, de ser puntos luminosos en medio de la oscuridad de este mundo. Será el mejor obsequio que podremos ofrendar a nuestra madre en su día.
Como españoles y cristianos aprendamos a invocar a María como Madre para que vayamos creciendo cada día en amor a la Virgen y que Ella nos vaya haciendo cada día más semejantes a su Hijo Jesucristo.

Visto en: http://www.juventutem.com.ar/