Ciudad del Vaticano - Más rigor no sólo en la doctrina, en los procedimientos,
o en los comportamientos. También en el modo de vestir. La Santa Sede
impone una “estricta” sobre los hábitos talares para todos los prelados
que trabajan en el Vaticano. No serán aceptados hábitos “burguéses”:
el mínimo tolerado será el clergy-man —el hábito religioso que incluye
pantalones, camisa y chaqueta en color negro o gris— ern tanto que
religiosos y religiosas deberán llevar el “hábito” de su propia orden a la
que pertenezcan.
o en los comportamientos. También en el modo de vestir. La Santa Sede
impone una “estricta” sobre los hábitos talares para todos los prelados
que trabajan en el Vaticano. No serán aceptados hábitos “burguéses”:
el mínimo tolerado será el clergy-man —el hábito religioso que incluye
pantalones, camisa y chaqueta en color negro o gris— ern tanto que
religiosos y religiosas deberán llevar el “hábito” de su propia orden a la
que pertenezcan.
Este es el efecto de un decreto de la Congregación para el Clero, aprobado por la
Secretaría de Estado y entrado en vigor en las últimas semanas, que impone rígidos
códigos de vestimenta para todos los empleados religiosos de la Santa Sede. Hasta el
momento, demasiados sacerdotes en suéter o en el verano en camisa de manga
corta.
Basta, en efecto, con los sacerdotes “casuales”, es la índicación de la actual jerarquía
vaticana para la negligencia y para una imágen no adecuada con el rol.
El nuevo código de comportamiento impuesto por el Estado Vaticano establece que
los sacerdotes, los religiosos y las religiosas empleados de la Santa Sede tendrá que
ir a sus respectivas oficinas rigurosamente con el hábito religioso. Para los sacerdotes
el mínimo permitido es el clergy-man. Mejor aún, aunque no es obligatorio, la vestidura
talar(que llega hasta los talones). Para los pertenecientes a las órdenes religiosas,
incluidos las religiosas, es fuetemente aconsejada la vestimenta de la propia
congregación.
La ola pues, de algún modo tradicionalista, del pontificado de Ratzinger, además de la
doctrina, también implica la forma de vestir, eliminando —por lo menos dentro de la
Ciudad Leonina y en todos los dicasterios vaticanos— una excesiva libertad.
Para el nuevo giro de tuerca, la Congregación para el Clero ha promulgado incluso un
decreto, avalado también por la Secretaría de Estado, un signo de cómo es
considerada la cuestión en los pisos superiores del Palacio Apostólico. Esta no es la
primera vez, sin embargo, que se emiten directivas sobre la materia.
A pesar de que cubre una amplia serie de custiones y comportamientos, de hecho, ya
en el “Reglamento General de la Curia Romana”, que entró en vigor el 1° de julio
1999, aprobado por el Papa Juan Pablo II en sustitución de la precedente normativa
de 1992, preveía entre otras normas, incluso disciplinarias, aquela que imponía a los
sacerdotes llevar siempre hábito eclesiástico en la oficina, en tanto también a los
laicos se les pedía vestir de un modo “decoroso”.
El documento tenía por objeto hacer que el reglamento en materia de trabajo
“mayormente adecuado para la finalidad del particular servicio eclesial de cuantos,
en la Curia romana, colaboran con el Santo Padre en su misión universal”. Principios
que se han tenido en cuenta también en las nuevas normas, más específicas, para
prohibir entre los sacerdotes deslices “casuales” y los hábitos no rigurosamente
eclesiásticos.
Información de Il Secolo XIX, Nov-15-2012. Traducción de Secretum Meum Mihi.
Visto en: http://www.unavoce-laplata.blogspot.com.ar
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